Chica extraviada que pregunta a un transeúnte: “¿No vio pasar a una señora que no iba con una chica como yo?” (Sublime chiste anónimo).
Los otros días iba caminando muy entretenido y me encuentro con el arroyo más raro del mundo: figúrese que la orilla de este lado la tenía del otro.
Siempre hay tiempo para llegar tarde; es lo más holgado que tenemos.
Yo quisiera a la noche verla de día.
Comer y luego no haber comido.
Huir y ser quien me corre.
En casa estar por el lado de afuera.
El matrimonio se va; ya no será necesario ni para divorciarse.
Engordó tanto que parecía querer ser otro más.
¡Buenos días, mundo!, siempre fenomeneando.
Pobrecito el cosmos, ¡me da una lástima!; se le cae todo. Habría que aconsejarle que cambie de mucamo.
El cliente cuya oreja ha sido rozada por la activa tijera se dirige al artista peluquero, inocente:
-Dígame, oficial, ¿cómo se usan ahora las orejas, cortas o largas?
No era que fuera feo, sino que la cara le quedaba mal a la fisonomía. Pero luego con barba, es decir sin cara, era bastante agraciado.
-Amigo, lo veo un poco triste.
-Sí, acabo de publicar un libro de versos y todos me lo han entendido.
Era tan estorboso que hasta a su ausencia la echaban a latigazos.
La Felicidad y la Soledad, si no nos las ven, no las tenemos.
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