6.7.05

Wrong subway

Ayer me pasó algo curioso. En el estado de duermevela que suelo tener durante las mañanas, me subí a un subte, en Primera Junta, que no iba hacia el centro sino en sentido contrario. De pronto, un poco más despierto, me sentí dentro de la película Moebius, o de un cuento de Cortázar. Esto último, sobre todo, porque no estaba completamente solo. En otro vagón había un tipo tan torpe como yo. (Si hubiera sido una chica, la historia habría sido perfecta, pero era solamente la realidad.) Extrañamente, el subte no siguió hacia esos misteriosos talleres que uno adivina en las sombras (aunque en este caso uno sepa que salen a la calle Emilio Mitre). Paró de golpe, quizás porque el conductor se había dado cuenta de la situación; no sé. La cuestión es que nos hizo bajar desde las alturas de los vagones hasta esos precarios senderitos que corren al lado de las vías. El otro desafortunado, frustrado pasajero me hablaba desde atrás, pero yo no le contestaba, como si con esa denegación pudiera dignificar la situación (parecía las hermanas solteronas de Living room, la obra de Graham Greene, que cuando salían del baño no hablaban con nadie durante un rato; qué cita anticuada.) ¡Qué extraño volver hacia los andenes repletos de gente, desde esa parte casi no destinada a seres humanos! Bueno, una banalidad, después de todo.

5 comentarios:

  1. El otro desafortunado, frustrado pasajero me hablaba desde atrás, pero yo no le contestaba, como si con esa denegación pudiera dignificar la situación...

    buenísimo! tendrías que contar más de estas anécdotas (como la del departamento de congreso).

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  2. Y si no tuviera debería inventarlas, gracias a vos. En realidad, espero que me pase algo sólo para contarlo, ¿o no es así?

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  3. Anónimo4:08 p.m.

    inventadas o no, son muy buenas, podrías armarte un anecdotario. seguro que si te ponés a pensar debés tener un montón. en general la vida cotidiana nos da más material para escribir del que nosotros creemos que nos da. el tema es cómo contar. y me parece que vos le encontrás la vuelta a estos relatos cortos. no sé, por lo menos a mí esas frases... cuál era la otra? algo sobre lo cotidiano que habías puesto en la anécdota del departamento... decía que a mí me gustaron mucho. tienen "punch". o algo así.

    chauchas,

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  4. Va otra anécdota de cuando recién me mudé, entonces. En esa época no tenía guita y, como además me gustaba vestir de "obreracho", me había comprado un conjunto de lona tipo Grafa (qué antiguo), de camisa y pantalón. Irrompibles. Pero no los usaba juntos para que no me confundieran con el portero del edificio. Cosa que, precisamente, pasó igual. Un triste feriado, estaba apoyado en la puerta y pasó un muchacho morochón, muy dado vuelta, que insistía en preguntarme dónde podía comprar comida. Como yo lo mandaba a un lugar por la avenida Rivadavia, se enojaba: "Me querés mandar al frente, colega", me decía, entre dientes...

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  5. ... Tardé un rato en darme cuenta de que me había tomado por el portero. Le dije que no lo era. Al rato se fue, trastabillando, no muy convencido. Lo que no recuerdo es si en ese momento tenía puesta la camisa o el pantalón.

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