- Bartolomé Mitre, Soledad, una novela original
Transcurre en Bolivia, en la década de 1820. Es lavadamente romántica y quizás su valor principal está en el prólogo, teórico y programático, donde se afirma que no hay novelas en Latinoamérica y que por esto se pierde el valor “histórico” que este género aportaría a las “nuevas generaciones”, ignorantes del pasado (función edificante, historiográfica, ¿protorrealista?, de la novela).
En realidad, no pasa de ser una suerte de esbozo de novela (lo cual sirve también para revalorizar a Mármol; en Amalia, el componente narrativo, si bien sub specie folletinesca, es mucho más sólido de lo que habitualmente se piensa). Al final, son todos buenos y terminan felices, el “conflicto” dura sólo unos párrafos y no se sabe bien adónde va el narrador.
Hay una interesante discusión política sobre la independencia y sus males (en boca de los dos “malos”, que al final se vuelven “buenos”). Ojo: no minimizar esta discusión. Cierto que en la novela parece un injerto forzado (aunque tiene una justificación diegética en el hecho de que el “seductor” quiere utilizar un cambio falso en su posición política revolucionaria para quedar bien con el viejo reaccionario y, para peor, futuro cornudo). La cuestión importante es que la posición política de Mitre y su generación se ve allí: el viejo reaccionario de la alta sociedad altoperuana piensa igual que los federales rosistas, según los románticos y los unitarios, en contra de la revolución de independencia. Que esta posición esté puesta en boca del personaje malo (casi degenerado, incluso, en sentido protopositivista, porque quisiera someter a la impoluta Soledad contra su voluntad) es significativo.
- José Martí, Amistad funesta
“Noveluca”, según el diminutivo cántabro que el autor elige como figura de modestia en el prólogo. Prólogo que habría que analizar cuidadosamente, como todos los prólogos de esta época: justificaciones para un género que no existe. (Ver la nota anterior, sobre la novela de Mitre.)
Resabios más románticos que modernistas: una historia de amor fatal, enmarcado en la naturaleza salvaje de un país tropical innominado. Más Perú que Cuba, me parece, porque ha pasado la Independencia y se vive un ambiente liberal, aunque moralmente hipócrita. Hay muchas referencias a esto, también.
Algo para notar: el uso del “nosotros” inclusivo, como el de Nuestra América; aparece por doquier: “nuestros países”, “nuestros jóvenes”, etc.: construcción (si bien lateral) del lugar de enunciación martiano por excelencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario