Otra de Fernández Retamar en Todo Calibán. En un artículo llamado "¿Y Ariel, ahora?”, sobre la función del intelectual latinoamericano (por lo menos, del que pretende ser revolucionario), cita in extenso un dicurso del Che en la Universidad, de 1959: "... inicié todo este ciclo en vaivenes de mi carrera como universitario, como miembro de la clase media, como médico que tenía los mismos horizontes, las mismas aspiraciones de la juventud que tendrán ustedes, y porque he cambiado en el curso de la lucha, y porque me he convencido de la necesidad imperiosa de la Revolución y de la justicia inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera que ustedes, hoy dueños de la Universidad, se la dieran al pueblo. No lo digo como amenaza para que mañana no se la tomen, no; lo digo simplemente porque sería un ejemplo más de los tantos bellos ejemplos que se están dando en Cuba, que los dueños de la Universidad Central de Las Villas, los estudiantes, la dieran al pueblo a través de su Gobierno Revolucionario. Y a los señores profesores, mis colegas, tengo que decirles algo parecido: hay que pintarse de negro, de mulato, de obrero y de campesino; hay que bajar al pueblo, hay que vibrar con el pueblo, es decir, las necesidades todas de Cuba entera" (las bastardillas son mías).
Con toda malicia, Emir Rodríguez Monegal ("Las metamorfosis de Calibán") critica la cita, un punto débil de RFR pero también de una cuestión que lo(s)/nos excede en mucho. (EMR la tenía clara: eligió a la CIA, sin problemas.)
"Pintarse", "bajar" son metáforas que condensan dramáticamente la posición del intelectual respecto de las clases populares. Si el Che y Martí son los ejemplos básicos (para RFR), ¿qué hacer, concretamente? Aparte de morirse, digo.
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