Notas sobre La guerra gaucha (1905), de Leopoldo Lugones (Buenos Aires, Centurión, 1947).
1. Relación con El payador (conferencias de 1913, libro de 1916): criollismo, nacionalismo, función de la épica (nombra romances caballerescos en “Serenata”, p. 93 y ss.); recoge las mismas coplas en ambos libros.
2. Los (abundantes) neologismos como “voluntad de estilo”: “tercerolearlo” (p. 100) en lugar de “fusilarlo” es una exhibición autorreferencial de su propia teoría al respecto, una autorización/justificación interna (muy moderno, por otra parte); las palabras se crean según las circunstancias y su necesidad, no por orden académica. “Nacionalización lingüística” (tema romántico).
3. Relación con el modernismo (tan mentada): revisando los cuentos de Darío, por ejemplo, la relación parece no centrarse tanto en el lenguaje (que en D. no es tan rebuscado, aunque también tiene neologismos y galicismos, por supuesto) como en el “género”: más estampa o tradición a lo Ricardo Palma que cuento propiamente dicho. Lo poético conspira (quizás eficazmente) contra lo narrativo; lo descriptivo no termina de integrarse (y acá el paisaje, coherentemente, es protagonista tanto como los hechos y los hombres, que son anónimos). Un dato curioso de la historia literaria es que “mucha gente” cree que se trata de una “novela” (quizás por influencia de la película, cf. infra).
4. Comparación con La guerra gaucha (1942), de Lucas Demare
Según Eduardo Romano, adapta principalmente cuatro textos: 1) “Juramento”: el oficialito realista peruano (Ángel Magaña) se pasa a los americanos por su amor hacia la viudita patriota (Amelia Bence). 2) “Carga”: los caballos con fuego en sus colas arrasan el campamento godo. 3) “Al rastro”: un hombre solo (Francisco Petrone) hace explotar la carreta-polvorín de los españoles y se bate contra ellos hasta que muere (casi de pie). 4) “Dianas”: el sacristán aparentemente realista (Enrique Muiño) avisa a los patriotas con toques de campana hasta que le tienden una trampa y lo descubren.
Pero también combina (muy hábilmente) y toma personajes y frases de otros cuentos: 5) “Alerta”: la tejedora humillada por los españoles (Dorita Ferreiro), que le rompen el telar; el niño (Carlos Campagnale) que muere por balas traicioneras y llega a la pulpería ya muerto. 6) “Sorpresa”: “Entre los oficiales de la montonera había un capitán medio literato y que sabía latín” (Sebastián Chiola). Llama “esposa” a su lanza y ejecuta a los prisioneros en combate singular. También aquí aparece un ciego que toca el himno en el violín hasta la última refriega (fusionado con el personaje de Muiño). 7) “Un lazo”: el santiagueño (René Mujica) que sabe cómo desembichar caballos pero sólo lo revela ante la premonición de su propia muerte. 8) “Güemes”: la aparición final del caudillo de los caudillos, a contrasol, como símbolo del futuro venturoso, “de derrota en derrota hasta la victoria final...”.
Muy importante: en los relatos, los héroes son anónimos; en el filme, no. Los españoles no están presentados tan cruelmente en el filme como en el original (ha pasado otra ola de hispanofilia: equivale al “recorte” del Himno; también hay que tener en cuenta el mercado español...). Hay ciertas concesiones a la fotogenia en vestuario y caracterizaciones (aunque éstas son muy buenas). El toque de western está muy bien también. (Cf. El último perro, también de Demare, que tiene más de western todavía.)
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