Cuenta Horacio González que, durante una aburrida clase de Theodor W. Adorno en una universidad yanqui, en plena época hippie, una alumna se desnudó como forma de protesta ante lo que estaba escuchando. La vitalidad del cuerpo frente a la aridez de la teoría: algo así. Como una paráfrasis actuada de la célebre frase del Fausto de Goethe: "Es gris toda teoría, pero verde el árbol de la vida." (Aunque recordemos que esta frase la dice Mefistófeles y es parte de su tentación.)
Desde que conocí esta anécdota, trato de que mis clases de Semiología sean más y más aburridas. Con éxito, por supuesto, pero sin el resultado esperado.
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