Dicen que, en la antigua Grecia, Córax fue el inventor de la argumentación retórica. Y que Tisias era su discípulo. El acuerdo era que, si Tisias ganaba su primer juicio, le pagaría a su maestro; si lo perdía, no.
Cuando termina sus estudios, Tisias hace su primer juicio... contra su maestro. Afirma no deberle nada. Si gana el juicio, no le paga. Si lo pierde, tampoco (por el arreglo). Córax contraataca: si Tisias gana, debe pagarle (por el arreglo). Si pierde, también debe pagarle.
Dicen que los jueces, ante el insoluble dilema, corrieron a bastonazos a los astutos contendientes.
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